Un fracaso, un aprendizaje y una crema de zanahoria en slow cooker e Instant Pot
Todo parecía perfecto en mi cabeza, hasta que las zanahorias se me rebelaron.
Las recetas de Crockpotting llegan hasta aquí por caminos muy distintos. Algunas son barruntos en los que intento conjugar ingredientes, suculencia y confort. Otras veces intento replicar lo que cocino –o ha cocinado mi madre– en cocina convencional u otros métodos. Hoy te hablaré de las aventuras y desventuras de una receta sencilla que es un diez, que vale lo mismo para una cena de copete –ha sido nuestro entrante de Nochebuena– que para la reconfortante comida de un martes cualquiera.
¿He leído Instant Pot? ¿Qué me estás diciendo, Marta?
Sí, te estoy colando una receta en Instant Pot. ¿Me he vuelto loca? ¿Qué invento es esto? Esta es la historia de un fracaso de la que podemos sacar un aprendizaje que nos servirá para comprender mejor el funcionamiento de nuestras ollas lentas y saber que los alimentos se comportan de manera muy distinta dependiendo de los modos de cocción y del medio en el que se cocinen. Y que no siempre sale todo bien.
Quise hacer mi receta de crema de zanahoria básica en slow cooker. Me apetecía cocinarla en olla lenta y pensé que asar las zanahorias y la batata sería una buena opción. Llevo tiempo haciendo cremas de hortalizas asadas y me encantan tanto el sabor como la textura que se consigue.
El fracaso
Pero con las zanahorias pinché en hueso. Puede que sean las hortalizas con más celulosa del universo. Hasta las chirivías son más dóciles. Las batatas a su lado son mantequilla. Descarté cocerlas porque pensé que necesitarían muchas horas para quedar con la ternura suficiente para triturar una crema fina. Por norma general, las hortalizas tardan mucho más en ablandarse en slow cooker si se cuecen con agua. Así que las troceé con la batata, las puse a asar en ALTA y me fui a dar una vuelta. Me equivoqué.
Volví a las cuatro horas y aquello no avanzaba. Duras como el diamante. Las dejé tranquilas tres horas más y, mientras la batata me pedía auxilio, las zanahorias seguían sin terminar de cocinarse, tiesas, dignas y encantadas de acabar con mi paciencia. Vosotras ganáis, pequeñas diosas de color naranja.
¿Por qué pude acabar con éxito unas zanahorias glaseadas a la miel en menos de cuatro horas y sin embargo fui incapaz de asarlas junto a una batata troceada? Misterios de la física. Usé zanahorias muy delgadas y tiernas para glasear. Cuando las asé para la crema, utilicé una mezcla de zanahorias de manojo y de bolsa, estas bastante gruesas. Las glaseadas se cocinaron en unos 150 ml de líquido, zumo y grasa, ni cocidas ni asadas. Para la crema las asé, pero no iban solas, estaban acompañadas de batatas, que tienen mucha humedad.
Una segunda oportunidad
Yo no tiro la toalla fácilmente, así que probé a cocerlas con poco líquido. La lógica me decía que, si pude glasear zanahorias, y si las zanahorias de las sopas de verduras quedaban tiernas, podría conseguirlo esta vez.