Tarta de Santiago
El mes pasado pasé una semana en Galicia, a donde llegué con dos misiones muy claras: desconectar el mundanal ruido, durmiendo y comiendo como un oso pardo, y comprar una plantilla de la Cruz de Santiago para hacer la tarta del mismo nombre.
Cumplí los dos objetivos con creces –todavía retumban mis ronquidos en los campos de A Capela–, y me traje no una, sino cuatro plantillas de la mítica cruz. Este verano está siendo fino en cuanto a temperaturas, y no puedo estar más agradecida a Irving Naxon por este invento: hacer tartas y bizcochos en crock pot sin necesidad de encender el horno es el bien en mayúsculas.
Al ahorro energético se suma el poder disfrutar de estas delicias caseras en el desayuno o la merienda hasta en los días más duros de calor. La tarta de Santiago es muy fácil de hacer, se ventila la masa en pocos minutos y luego la olla lenta se encarga de todo lo demás.
Ni siquiera es necesario sacar la batidora a pasear, con un ligero batido manual hasta mezclar huevo y azúcar…