Menú semanal Plus | Segunda semana de febrero 2024
Una cocina en damero. De arte, cuadrados y colores. Fascinación por los Strandbeest, Nik Sharma experimenta con el peso y la medida, cotilleamos las novedades del CES. Y recetas para toda la semana.
Una semana más, el menú semanal llega para ayudarte a organizar las comidas y cenas de la semana que viene. En tu mano está adaptarlo a tus gustos y necesidades, seguirlo en parte o al pie de la letra. Haz tu lista de la compra y que el lunes te pille en perfecto estado de revista. ¡Que tengas una buena semana!
Encontrarás las recetas del menú semanal organizadas en la última sección de esta newsletter. Es posible que, dependiendo de su extensión, al abrirla desde el correo, la newsletter se vea cortada. Puedes expandirla desde “Ver todo el mensaje” que aparecerá al pie, o desde los enlaces “Ver en navegador” o “Leer en la app” que encontrarás en la parte superior del correo.
Paredes de damero blanco y rojo carruaje, muebles en un vibrante azul verdoso. La cocina que proyectó Emma Ainscough para Charlotte’s Folly –una preciosa “casita de chocolate”– es única y atrevida, pero resulta sorprendentemente serena a pesar del colorido y la posible saturación geométrica de la pared principal.
Luz no le falta. Entra por un bonito ventanal con junquillos formando rombos y se refleja en las paredes laterales, pintadas en un tono hueso que amplia visualmente el espacio.
Es una cocina aparentemente pequeña, de la que quizá no vemos todos los rincones –se adivina una estancia anexa–, resuelta con detalles sutiles y alguna solución muy curiosa.
Me refiero al fregadero, enmarcado bajo un frente de mármol con bordes redondeados colocado en la pared lateral. De ahí nace la grifería, estilizada, elegante y grande, que no juega al escondite y que está puesta ahí para ser admirada en una posición absolutamente original.

La isla de cocina, con sobre de roble macizo, está pintada en el mismo color de los azulejos. Sobre ella, un jarrón de color azul claro da continuidad al tono de los armarios.
Y poco más en este minimalismo ilustrado y un poco barroco. Dos lámparas vintage de cristal con modernas bombillas de filamento led, tres cuadros adorando el fregadero desde arriba y un suelo de madera virgen, completan este conjunto tan relajado como alegre.
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A raíz de un hilo de @claramore_ en X he conocido el trabajo de Josef Albers, un artista alemán nacido en 1888 que desarrolló, entre otras cuestiones, un inteligente estudio del color al que dedicó una buena parte de su vida.
En ese hilo, algunos usuarios de la red social cuestionaban que el trabajo de Albers fuera arte. La ignorancia tiene estas cosas. El arte tiene sus razones.
Nuestro artista de esta semana estuvo influenciado por el oficio de su padre, contratista de obras, quien le enseñó todo sobre los materiales y las técnicas de los oficios relacionados. En 1908, durante una visita al Museo Folkwang de Hagen, la contemplación de dos cuadros de Cézanne cambiaría su vida para siempre.
Se formó y ejerció como maestro de escuela primaria. Más tarde, entre 1920 y 1923, estudió en la Bauhaus, formándose en color, carpintería, metalurgia, fotografía, diseño gráfico y vidrio.
Cuando terminó sus estudios, continuó en la Bauhaus como profesor de dibujo durante dos años, continuando con su labor docente en Dessau y Berlín hasta el año 1933.
Es en ese año cuando el partido nazi cierra la Bauhaus y Albers se establece en Estados Unidos a través del arquitecto estadounidense Philip Johnson. Comienza a vivir en Carolina del Norte, convocado por el Black Mountain College, una escuela con un método de estudio moderno en la que se formaron personas tan relevantes como John Cage, Aldous Huxley, Anaïs Nin, o Buckmister Fuler.
En 1949 se mudo a Nueva York, donde su mujer, Anni, una importante artista textil, hizo una exposición individual en el Museo de Arte Moderno. Tras esta parada, llegó a New Haven, en Connecticut, para ser jefe del Departamento de Diseño de la Universidad de Yale.