Menú semanal Plus | Cuarta semana de septiembre 2024
Una cocina funcional y limpia. Conocemos a una gran dama de la Gastronomía. Frigoríficos que parecen salitas, una reflexión sobre la vulgaridad y ganchillo, mucho ganchillo.
Una semana más, el menú semanal llega para ayudarte a organizar las comidas y cenas de la semana que viene. En tu mano está adaptarlo a tus gustos y necesidades, seguirlo en parte o al pie de la letra. Haz tu lista de la compra y que el lunes te pille en perfecto estado de revista. ¡Que tengas una buena semana!
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Funcional y limpia. La cocina de Marion y Fred en Mont-Saint-Michel –sí, ese Mont-Saint-Michel– es pura simplicidad, aunque sin renunciar a detalles bonitos y al placer de decorar.
La cocina ocupa un hueco al final de una sala llena de luz, y debajo de un piso levantado para aprovechar la altura de los techos. Con esta obra, han ganado en espacio extra y la cocina resulta mucho más acogedora.
Se ha resulto con una L con muebles funcionales, una encimera lavable y un pequeño friso de azulejos verdes que aseguran poca pereza a la hora de pasar una bayeta o un estropajo y dejarlos limpios y brillantes.
El resto del espacio es blanco y luminoso, salpicado de algún cuadro, alguna planta y dos estantes de madera con una colección de cerámica y vidrio. Los pequeños electrodomésticos no se han dejado la azar, y tanto la cafetera como el hervidor pertenecen a una misma colección en un bonito color verde manzana.
El horno y el fregadero se han escogido siguiendo la línea vintage: imitación de forja y porcelana blanca, que dan un aire campestre sin apabullar ni tener que convertirte según entras en la abuela de la fabada.
Si damos unos pasos de espaldas desde la cocina, descubrimos la zona de comedor y la escalera que da acceso a la entreplanta. Una enorme viga de madera atraviesa la estancia de un lado a otro, y se aprovecha para colgar de ella un conjunto de lámparas “pamela” en fibras naturales.
La exhibición de estas venas de la casa –así llamo a marcos, vigas y otros elementos estructurales que aparecen en las obras de las casas antiguas– es un acierto, y se conjuga perfectamente con el estilo moderno de la cocina.
Aquí se sigue empleando el color para dar un aire fresco al espacio. Continuamos con la gama del verde, pero con un acertado giro hacia el turquesa en la cómoda y el globo terráqueo, que no está puesto ahí por casualidad.
Entre la cocina y el comedor, aparece una mesa de madera que es un excelente comodín: puede servir como mesa de trabajo, para desayunos rápidos o comidas solitarias.
Una de las paredes está cubierta en parte por un gran mueble de archivo en madera, con estantes y cajones, que refuerza el aire acogedor de esta cocina abierta a las mareas.
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Hace unas semanas moría a los 94 años Clara María González Amezúa, gastrónoma española poco conocida para el gran público, pero que tuvo gran importancia en la cultura gastronómica madrileña y española. Fue la fundadora, junto a otras tres mujeres –Helena Lind, Giuliana Calvo Sotelo y Amparo Soler– de la tienda y escuela Alambique, que desde 1975 imparte cursos de cocina y vende infinidad de artilugios de cocina.
Hoy en día, puede que esto parezca lo más normal del mundo, porque podemos seguir cursos de cocina incluso desde casa, y comprar utensilios de cocina casi en cualquier parte: en tiendas físicas a la vuelta de la esquina y también online, no hay cacharro que se resista. Pero en los años 70, 80 y 90 del siglo pasado, el acceso a muchos de estos utensilios no era tan fácil y, si no lo encontrabas en Alambique, es que no existía.
Clara nació en una familia bien situada que le permitió hacer estudios de piano e idiomas, pero le negó el acceso a la universidad, como era costumbre en la época. La familia había vivido en Francia durante la Guerra Civil y, cuando Clara era jovencita, con 16 años, su padre –presidente de la Academia de Historia– le pidió que introdujera en el recetario familiar los platos que comían en Francia.
Como no sabía muy bien cómo abordar este tema, pidió ayuda a Otto Horcher, y fue en su restaurante donde le entró la afición por la cocina mientras le preparaban bandejas de comida para llevar a casa.
Tras esta primera mecha, empezó su formación en Le Cordon Bleu París y L’Ecole de Cuisine La Vereme. Durante un viaje en Estados Unidos descubrió las grandes tiendas de utensilios de cocina como Williams Sonoma, donde hizo un curso de pan, y Crate & Barrel. En Londres le impactó la tienda de Elisabeth David, amiga suya y escritora gastronómica. Tras la visita a Williams Sonoma volvió a España con la idea de montar una tienda similar en Madrid.
Esos contactos hicieron que diera forma el proyecto de fundar una tienda de menaje que además impartiera cursos de cocina. Alambique arrancó tiempo después gracias a una herencia y al apoyo de sus sus tres socias.
Trajo a Madrid a prestigiosos cocineros franceses, estadounidenses o japoneses para que los jóvenes chefs españoles pudieran formarse con ellos. Años más tarde, fueron grandes chefs españoles los que impartieron cursos e su escuela.
En su faceta de escritora gastronómica, publicó 5 obras:
1980. The Regional Cooking of Spain.
1964. Yo, tú, el, ella cocina. Ed. Castalia.
1987. Mis primeros pasos en la cocina.
1990. La cocina mediterránea y el aceite de oliva.
1988. From Spain with Olive Oil.
Hitos
1929 | Nace en Madrid
1975 | funda la tienda Alambique.
Alambique llegó a tener 22 franquicias en todo el país.
1978 | funda la Escuela de cocina Alambique.
Compra las partes de sus socias, quedándose como única propietaria de la tienda y la escuela.
2015 | La Real Academia de Gastronomía le concede el Premio Nacional de Gastronomía
2017 | Premio ACYRE a toda una vida.
2017 | Broche a toda una vida del Círculo de Orellana.
2018 | Premio de Gastronomía de la Comunidad de Madrid
Fue miembro del Consejo Oleícola Internacional durante 18 años, desde el que promocionó el aceite de oliva virgen extra español fuera de nuestras fronteras.
Documentación
Tengo el frigorífico y el congelador siempre en perfecto orden. Si hay alguien en casa y se desmadra un poco el asunto, sufro en silencio y lo reordeno en cuanto puedo. Distribuyo los alimentos en contenedores y cajas perfectamente clasificados. No podría vivir con una nevera desordenada en la que no se distinga qué hay o no se puedan sacar las cosas fácilmente.