Marmitako
Los platos pueden hacerte viajar muy lejos. Tan lejos como a tu infancia, a esa cocina en la que por las tardes se escuchaba a Elena Francis en silencio sepulcral, a esa mesa con mantel de cuadros y platos de vidrio blanco en la que siempre hubo comida de la buena.
Mi madre siempre ha atendido a la temporada a la hora de ponerse a los fogones, a lo que su kashera tuviera más fresco en el puesto, a lo que Agustina, y más tarde Neli, le recomendaran y reservaran en la pescadería. No voy a decir ahora que de pequeña el marmitako fuera mi plato favorito, que no lo era, pero hoy que muero por un buen guiso marinero recuerdo esos olores; el del bonito crudo asomando desde una bolsa húmeda envuelto en papel de pescadero, el del plato humeante que olía a puerto y huerta.
Así se comía en mi casa, esta es mi herencia. Y en esto que, mientras estaba en ensoñaciones glotonas, llegó el verano, y con él la temporada de bonito. Y claro, no podía dejar de hacer un marmitako en slow cooker, que me lo …