De pequeña me encantaba ver a mi madre quemando azúcar en los moldes de flan. El olor, la magia del azúcar blanco derritiéndose y tomando color oscuro, su mano firme dando la vuelta a los moldes para que se impregnaran de caramelo, eran partes de un rito muchas veces repetido en fin de semana. Porque en mi casa los sábados y domingos había postre casero siempre.
Para mí, la palabra flan tiene esas imágenes grabadas a fuego. La olla de cocción lenta nos permite hacer flanes al baño María sin preocuparnos por la graduación del fuego; nosotros hacemos una buena crema y ella se encarga de rematar el trabajo.
Como no tengo a mano el recetario de mi madre, he adaptado esta receta de flan de huevo en slow cooker de El Libro de la Repostería de Ángela Landa, una pequeña biblia de repostería casera. Es importante que tengas en cuenta que los tiempos de cocción son orientativos. Un flan demasiado hecho suele tener una superficie fea, irregular y llena de agujeros –cráteres en muchos casos– que…