La ensaladilla rusa es el plato viejuno del verano. Una amalgama de tubérculos que parece creada para el lucimiento de pimientos, aceitunas y pepinillos dispuestos de manera artística en su superficie. Ese rollito Jackson Pollock fue lo que hizo que la aborreciera durante años, que era ver las tiras de pimiento dispuestas en parrilla sobre un pegote de masa y echarme a temblar.
La cosa no se quedaba ahí, mi proveedor oficial de ensaladilla durante años tenía por costumbre añadir a la mezcla un festival de aceitunas verdes y pepinillos sin igual, algo tan brutal que mis papilas gustativas no sabían por dónde empezar.
Hace un tiempo rompí la maldición y me atreví a pedir ensaladilla en un sitio de esos donde tienen la sana costumbre de cocinar bien, y vi que, más allá de lo verde, había esperanza. Desde entonces cocino y como una ensaladilla sin estridencias ni drogas duras, libre de encurtidos y llena de bondad. Una ensaladilla rusa en slow cooker que no necesita logotipos de pimiento …