El control de líquidos en la cocina con slow cooker
Muchos de los fracasos al cocinar con slow cooker se deben a un exceso de líquidos en las preparaciones. La escena es recurrente: te inicias en el slow cooking, lees una receta y, de inmediato, te surge la duda. "¿Por qué no se añade agua?" piensas, y agarras la jarra con fuerza mientras viertes un chorrete generoso en tu estofado. "Como se ha hecho toda la vida, ¿qué es esto de no poner agua a las cosas?" farfullas en tus adentros mientras pones en duda la eficacia de las recetas.
La sorpresa llega al terminar la cocción. Los trozos de carne tienen montado un Aquapark en tu slow cooker en el que solo faltan unas olas artificiales. No sabes cómo solucionarlo, pruebas la carne y es lo más soso que has comido nunca. Intentas compensarlo añadiendo sal a tu guiso como si fuera una autopista nevada. Finalmente decides dejar de lado tu crock pot porque la comida sale como lavada y reniegas de la cocina con olla de cocción lenta para los restos.