Tengo devoción por las albóndigas. Me gustan de todas las maneras: con tomate, a la cordobesa o cañeteras, en salsa y hasta las suecas o Köttbullar. Un plato de albóndigas humeante puede hacerme viajar millas y años, hasta la mesa de la cocina de mi madre en los años 70.
Las albóndigas cocinadas en slow cooker tienen su peculiaridades; al igual que las que se hacen en Thermomix®, sorprenden por no necesitar harina que las envuelva ni una fritura que las cocine y dé empaque. Es cierto que, al que le guste un buen churruscado y una harina bien incrustada, le puede costar entrar por este aro, pero, la verdad es que salen finas y tiernas, mucho menos pesadas y con menos calorías en el contador, algo que nunca está de más.
Las albondigas a la jardinera vienen con su propia guarnición verdulera, y poco más les falta para ser un plato completo. Con un poco de arroz, polenta, cuscús o bulgur acompañándolas, tienes una comida principal de diario resuelta. Ah, y de las de chuparse los dedos, co…